sábado, 10 de noviembre de 2007

Cambios, cambios y más cambios:

Cambios, cambios y más cambios:
Renée de la Torre en su artículo "Perfiles socio-demográficos del cambio religioso en México" nos proporciona las siguientes estadísticas: el censo del 2000 reportó un 87.99% de población católica, es decir, un 1.7 puntos porcentuales menos que diez años atrás, 8.18 menos que en 1970, y 10.22 menos que hace 50 años. 12 En el estado de Chiapas, el porcentaje de población católica es de solamente 63.8, mientras que en estados de la frontera norte, como Baja California, dicho porcentaje descendió de 86.15 en 1990 a 81.46% en el 2000, es decir, una diferencia de 4.74 puntos porcentuales en solo diez años.

En el sureste del país, el protestantismo de tipo pentecostal ha logrado conquistar importantes proporciones de la población, como son los estados de Chiapas, Yucatán, Campeche y Quintana Roo (donde se concentran la poblaciones indígenas y donde las misiones católicas fueron más escasas que en el resto del país) los evangélicos alcanzan casi una tercera parte (30%) de la población (Garma 1998:122). Hay quienes explican que ello se debe a que esas zonas han vivido rezagadas del progreso de la modernización nacional y el cambio religioso ha significado una alternativa para liberarse del poder caciquil tradicional, que ha estado íntimamente relacionado con el catolicismo tradicional (Bastián 1997).

La profesora e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) Occidente dice que: "Lamentablemente algunas expresiones de dicho cambio se ven acompañadas de conflictos locales y episodios de intolerancia religiosa. Éstos no necesariamente aparecen en aquellas regiones en donde la diversidad religiosa es mayor, sino en aquellos contextos en donde el cambio religioso es más acelerado, y donde las estructuras tradicionales del poder están emparentadas con el catolicismo popular. Ejemplo de ello fue la expulsión sangrienta de los evangélicos de San Juan Chamula en Chiapas iniciada en 1974, el pastor pentecostal que fue quemado en 1997 en el pueblo de Santa Ana Niche, en el estado de México, o la expulsión de evangélicos ocurrida en 1998 en Hidalgo, Morelos."13


Consideraciones finales
Sin duda que los análisis multivariados y sociológicos encuentran como principales variables asociadas al cambio religioso las siguientes: pobreza, etnicidad, urbanización y migración. Sin embargo tenemos que reconocer que existe un hartazgo en los diferentes "Méxicos" que se traduce también en anhelar un cambio en las vidas de nuestros hermanos que viven en la marginalidad. Las diferentes expresiones de la iglesia evangélica en México hemos tratado de cumplir lo que consideramos un mandato divino: "id y predicad el evangelio a todos los ethnos" .En esta babel de cosmovisiones, filosofías, religiones y credos urge dar certeza a nuestros grupos étnicos de México y el mundo y decirles no sólo a través de leyes y acuerdos internacionales que somos uno con ellos.

En este trabajo de ir y predicar no sólo se trata el asunto espiritual, el cual es el más importante, sino su entorno social y económico.

En este sentido, el ala pentecostal del cristianismo evangélico ha entendido el papel fundamental del Espíritu Santo y ha surgido como la vía de cambio en la mayoría de pueblos étnicos de nuestro país, ante el rotundo fracaso del pragmatismo a ultranza de la Teología de la Liberación y de la pastoral social de la religión mayoritaria de nuestro país, los pentecostales han tomado la estafeta de la proclama con poder y autoridad espiritual ante la necesidad imperiosa de un cambio radical en nuestro país.

En una misión centrífuga y no centrípeta han salido a los cuatro puntos cardinales de nuestro país y hoy podemos decir que casi el 100% de nuestros grupos étnicos tienen ya representatividad evangélica.

Si bien en este proceso existen factores biológicos, culturales, geográficos, económicos y sociales, la iglesia cristiana evangélica ha sabido comunicar a través de la rejilla intercultural el evangelio sencillo de cambio a favor de las diferentes naciones existentes en nuestro país, sin menoscabo de ninguna de ellas. Puesto que ninguna cultura es más que otra, solo son diferentes. Tratamos de ser respetuosos con cada cultura e ir al fondo del asunto: el problema está en el corazón del ser humano, las religiones, instituciones y entidades gubernamentales no han producido tal cambio. Sólo el poder del evangelio predicado y practicado en forma sencilla ha hecho el trabajo. Cuando el evangelio (no la religión) llega a una persona, familia o grupo étnico, existe un antes y un después. Esto es definitivo, las estadísticas lo comprueban.

Por último, ¿a quién beneficia la opresión y persecución que sufren nuestros hermanos desplazados en el sureste mexicano?

¿Cuándo aprenderemos a vivir como el país multicultural que somos en sus tres vertientes: demográfico-descriptivo, ideológico-normativo y político?

Todos los actores políticos, sociales y religiosos debemos hacer un compromiso de aceptar y respetar la autonomía de la fe religiosa en los desplazados del sureste mexicano.

Señores, es el siglo XXI, no es la época colonial, es la Constitución de 1917 no la de 1824 (donde la religión católica era la única oficialmente autorizada).

¡Por un México sin fronteras!




Pastor Baltazar Zamora Zamora. ®

impactoxxi[arroba]hotmail.com.mx

® Trabajo elaborado por el suscrito.

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